En la noche oriental

November 06, 20251 min read

En la noche oriental, el mambí no solo empuñó su machete: también escribió su destino.

El oriente de Cuba se distingue por sus días ardientes y sus noches húmedas, densas, cargadas de silencio y presagio.
Casi todos los cubanos podríamos imaginar cómo es una noche oriental: el calor que se aferra a la piel, el murmullo del monte, el brillo tembloroso de la luna sobre la palma.
Pero ser un mambí en esos tiempos —sentir en el pecho ese fuego de libertad— es algo que hoy apenas comprendemos.

Como dice el viejo refrán, nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes.
Los cubanos tenemos al mambí, al espíritu mambí, y sin embargo, la mayoría no le prestamos atención.
Buscamos inspiración en Roma, en Grecia o en civilizaciones remotas, olvidando que en nuestra propia tierra miles de cubanos valientes empuñaron un machete para escribir su propio destino.

El mambí de hoy no es un hombre: es una actitud, una filosofía de conquista interior, un impulso de valentía que puede inundar el torrente sanguíneo de quien se atreva a vivir con propósito.

Pero el cubano —tantas veces cegado por el desencanto o la nostalgia— sigue buscando respuestas lejos de su raíz.
No tuvimos romanos ni otomanos: tuvimos mambises.
Y esos hombres luchaban con esperanza, sin promesas ni recompensas, movidos solo por la certeza de que la libertad merecía el riesgo de morir.

En la noche oriental, mientras el monte respiraba y el horizonte ardía, el mambí no sabía si vería el amanecer.
Pero sabía, con una claridad que hoy nos falta, que su lucha no era solo por la tierra, sino por el alma del hombre cubano.

“El mambí de hoy no empuña machete: empuña su conciencia.”

Publicado en El Pensamiento Mambí · Edición 01: Manigua y Pluma

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